Balcanes: Croacia, Bosnia, Serbia y Bulgaria



Nuestra etapa en los Balcanes empezó dejando atrás el intenso frío sufrido en Italia, el Vórtice Polar, hizo mella en nuestros cuerpos y en nuestra mente, lo importante es que lo habíamos dejado atrás y afortunadamente habíamos sido capaces de superarlo. Cuando uno se enfrenta a una aventura como esta debe estar dispuesto a muchos sacrificios y el primero de todos es entender que los planes pueden cambiar, que los objetivos pueden cambiar y que en todo momento uno debe ser capaz de adaptarse a esos cambios. Por qué digo esto, pues porque lo que parece obvio no es siempre fácil, nuestro plan inicial era abierto sí, pero teníamos la ilusión de ir desde nuestra ciudad en España hasta Pekín en China, recorriendo las ciudades de la antigua Ruta de la Seda. Según va avanzando el
proyecto, la aventura, el reto o como lo queráis llamar aparecen circunstancias que uno no tenía contempladas, a veces por desconocimiento, a veces por meros accidentes o imprevistos en el día a día de nuestro viaje. Como ya comenté en la entrada anterior, las condiciones meteorológicas fueron uno de los factores que nos obligaron a cambiar nuestras expectativas en ruta,
otra eran las noticias que nos estaban llegando de otros viajeros en bicicleta intentando conseguir el Visado para poder entrar en China. Las informaciones que nos llegaban no eran para nada alentadoras, muchos ciclistas estaban siendo rechazados en sus solicitudes de visado chino en los consulados de los países vecinos, incluso en Teherán que era nuestra primera opción para solicitar el visado. La solicitud de Visados en los países por los que transcurre la antigua Ruta de La Seda, es una de las cuestiones más complicadas del viaje, los visados de China y Turkmenistán son especialmente complicados de obtener fuera de los países de origen de los viajeros, con muchos requerimientos difíciles de conseguir, otros visados como los de Irán, Uzbekistán, Tajikistán, a priori no son complicados de lograr, pero nunca puedes tener la certeza absoluta que te van a ser concedidos. Esta circunstancia hace que la obtención de visados sea probablemente, al margen de montar en bicicleta, la actividad en la que más energía, esfuerzo e imaginación se emplea en un viaje por tierra en la Ruta de la Seda,
llegando al punto en que en todo momento se ha de tener un plan B, si se es rechazado en alguno de los visados que se solicitan. Los visados son muy cososos, para que os hagáis una idea, hemos calculado invertir más de 1000€ en la obtención de visados para nosotros dos, además del coste intrínseco al visado hay que considerar el dinero necesario invertir en las estancias de espera en aquellos lugares donde se solicita el visado, me explico, los visados generalmente no se expiden en el mismo día que uno lo solicita, sino que
requieren un tiempo, algunos un par de días, otros una semana y otros 15 días, eso significa que además del coste del visado se ha de considerar el coste de la estancia en la ciudad donde solicitas el visado hasta que lo obtienes. Afortunadamente hay maneras de reducir ese impacto en el presupuesto de viaje, una semana de estancia en Estambul por ejemplo, no es barata precisamente, no es fácil acampar, conseguir un anfitrión de Warmshowers o Couchsurfing para toda una semana no es tarea fácil tampoco, pero como comentaba con un poco de planificación hay algunos visados que se solicitan en un consulado, pero se pueden recoger en otro, como por ejemplo el de Uzbequistán, que suele tardar bastante tiempo en procesarse. Al final solicitar visados para los países de la Ruta de la Seda es como jugar una partida de Ajedrez, cada movimiento que hagas tiene alguna repercusión, ya sea en tu ruta, en el tiempo que tardas en conseguirlos o en lo que te va a costar. Os cuento por encima nuestro plan inicial:
-Solicitar el visado de Turquía antes de llegar, éste se solicita on-line y no requiere más que pagar, ningún problema.
-En Estambul solicitar el visado de Uzbequistán, la razón tarda bastante y es necesario para poder pedir el visado del país anterior en nuestra ruta (Turkmenistán), que teníamos previsto solicitarlo en Teherán. Por tanto para no tener que quedarnos mínimo una semana en Estambul, solicitaremos poder recogerlo en Teherán (Irán).
-Solicitar el Visado de Irán en Erzurum (Turquía), el visado de Irán tiene un proceso previo de autorización que se realiza on-line, si te aceptan puedes solicitar el visado en el consulado que requieras.
-En Teherán una vez recogido el visado de Uzbequistán, solicitar el Visado de tránsito para Turkmenistán y recogerlo en la ciudad iraní de Mashhad cercana a la frontera ya que tardan unas tres semanas en dar respuesta. Por otro lado solicitar también el visado Chino.
-En Uzbekistán, solicitar el visado para Tayikistán
-En Almaty (Kazahistán) solicitar el visado para Mongolia.

Pues bien ese era nuestro plan inicial, si fallaba alguno de los eslabones de la cadena sería necesario cambiar el itinerario y plantear un nuevo trazado. Como comentaba estando en Italia las noticias que nos llegaban de los visados para China no eran nada halagüeñas, muchos rechazos en las solicitudes, nadie obtenía respuestas porqué eran rechazados pero se presumía que en ocasiones porque el consulado no acepta solicitudes de visados para personas que no son nacionales de los países donde está el consulado, otras veces por tener el sello en el pasaporte de terceros países en los que puede haber algún conflicto con China, Turquía, Irán..., el caso es que nadie tiene la certeza absoluta de porqué ha sido rechazada su solicitud de visado. Dadas las circunstancias llegamos a pensar que nuestra ruta debía ser cambiada, eliminar China del plan
inicial, por la imposibilidad de conseguir el visado en ruta, desde luego alternativas como enviar nuestro pasaporte a España para que una agencia tramite nuestro visado en Madrid y luego nos envíe el pasaporte a Irán, no estaba contemplada dentro de nuestro imaginario, es posible pero muy costoso y sobre todo muy arriesgado. Cambiar de planes no supone ningún problema en términos de viaje y aventura, cuando uno tiene la expectativas abiertas a lo que surja, cualquier lugar es bueno para viajar, pero he de reconocer que sí nos afectaba la idea de abandonar China, emocionalmente había un vínculo con acabar nuestro trayecto en Pekín, de cualquier manera nuestra cabeza buscaba nuevos destinos, India, Nepal, Tailandia... Afortunadamente, nuestra estancia en Sarajevo transcurrió en casa de Oxana, su pareja y Timur su pequeño, ellos habían hecho una ruta por Asia Central con un vehículo, recorriendo la estepa Rusa, Mongolia y varios de los países de la Ruta de la Seda, estuvimos charlando varias noches sobre la zona, durante la cena, contándonos historias de viajes, los problemas con los visados, etc y se nos encendió la bombillita,
spor qué no probar a solicitar el visado chino en Sofía (Bulgaria), no tendríamos que preocuparnos por sellos incómodos en el pasaporte, por otro lado al ser Comunidad Económica Europea, de alguna manera somos ciudadanos que no requerimos permiso de residencia ni visado de turismo en Bulgaria, además no arecía una localización susceptible de tener problemas con China, debíamos intentarlo. Ello suponía un cambio de planes respecto a nuestra ruta inicial ya que no teníamos pensado pasar por allí. Sofía es una ciudad que conocíamos ya, y a pesar de que nos gusta mucho, teníamos ganas de descubrir nuevos lugares en Bulgaria. Pues la verdad, pasar por Sofía puede haber sido una de las mejores decisiones que hemos tomado en este viaje, para empezar descubrimos una ciudad nueva, vibrante, muy diferente a la que conocíamos, nosotros estuvimos en Sofía en Enero, frío, nieve, oscuridad, etc..., esta vez tuvimos la oportunidad de redescubrirla en primavera, ¡Ufff, Qué cambio!, ciudad súper luminosa, activa como pocas, desenfadada, desbordante, con una vida en la calle fantástica, en fin quedamos maravillados. Por otro lado, tuvimos la oportunidad de conocer a Marina y Petr que nos alojaron durante una semana en su apartamento de Sofia. Marina es amiga de Oxana y en seguida se ofreció a acogernos si necesitábamos estar un tiempo en su ciudad tramitando el visado Chino, ¡Qué gente más guay!,
gracias a ellos nuestra semana en Sofía fue fantástica, tanto que la despedida fue más triste que otra cosa, afortunadamente nada indica que no podamos volver a coincidir en otro lugar, España, Bulgaria o quien sabe donde. En Sofía también conocimos a José (Baifo World), otro aventurero en bici que actualmente se encuentra establecido en Bulgaria esperando emprender nuevos proyectos. Y además de todo esto, conseguimos el visado para China, no fue fácil eso sí, hubo que hacer mucho trabajo de documentación, no voy a contar todo el proceso ya que fue largo y tedioso, pero lo importante es que después de tanto esfuerzo, tensión y dedicación el resultado se puso de nuestro lado, teníamos el visado chino en nuestro pasaporte. Eso quiere decir que nuestro destino puede
seguir siendo el mismo si nosotros queremos mantenerlo, es una buena noticia, en el futuro nos tocará lidiar con nuevos visados, pero como decían los romanos “cuando lleguemos al río, construiremos el puente...”
A nivel personal también tuvimos que aprender a adaptarnos a cada una de las circunstancias del viaje, el viaje evoluciona según se avanza en la distancia y nosotros como personas y por supuesto como pareja también tenemos que evolucionar, nuestras expectativas no son las mismas que cuando empezamos a pedalear a finales de Enero en España, nosotros no somos los mismos tampoco y nuestra relación como pareja se transforma hacia una relación marcada por connotaciones de equipo, debemos entender nuestros estados de ánimo (y los del otro), nuestro estado físico, las señales que nos manda el cuerpo, es fundamental recuperarnos después de jornadas o etapas duras, la recuperación debe ser física, mental y emocional, hay días que te preguntas ¿qué carajo estás haciendo aquí?, sin ganas de nada, sin ganas de contarlo y otros días sólo tienes ganas de comerte el mundo, seguir con fuerza y seguir avanzando camino del lejano Oriente. Esa es una de las enseñanzas de esta experiencia, no
avanzamos por ir rápido, avanzamos por ser constantes, por creer en nosotros, por estimularnos con nuevos retos, con nuevos objetivos cada día. Los malos momentos son necesarios, al igual que nuestros errores, sirven para enriquecernos, contribuyen a que mejoremos, a que seamos más fuertes cada día...

Volviendo a nuestro día a día en los balcanes, llegamos a Split (Croacia) cruzando el Adriático en ferry desde Ancona (Italia), teníamos mucha ilusión por recorrer esta parte de Europa, la bella costa Croata, tuvimos suerte y pudimos disfrutar de algunos, no muchos, días soleados recorriendo esta parte del Adriático de increíble belleza, esperemos que los errores urbanísticos que se han cometido en la costa mediterránea española no se cometan aquí al calor del negocio turístico, porque sería una pena destruir un entorno como éste. También tuvimos la oportunidad de conocer a “Bora”, el viento huracanado por momentos que sopla en esta época del año por aquí, nos lo hizo pasar muy mal los días que coincidimos con él, hasta el punto de tener que quedarnos parados ante la imposibilidad de
pedalear algunos días. Por lo demás nuestra estancia en Croacia fue breve, tampoco tuvimos la oportunidad de tener demasiado contacto con vecinos del lugar, no encontramos anfitriones que nos hospedaran en sus casas y los pequeños contactos en tiendas, fueron eso, correctos pero sin ningún aporte especial en términos de amistad o intercambio cultural, podemos decir que nuestra corta estancia en Croacia paso sin pena ni gloria.

Después de Croacia nos esperaba Bosnia, en este caso me producía mucha inquietud poder descubrir este país que trae a mi memoria tantos recuerdos, todavía recuerdo las imágenes del telediario con los reportajes de la guerra de Bosnia, imágenes de guerra en Sarajevo y en Móstar, la masacre de Sbrenicja, recuerdos muy tristes de un pasado que ojalá no se vuelva a repetir. Tenía gran curiosidad por ver que nos deparaba el encuentro con Bosnia Herzegovia, intentar entender que pasó allí, ¿por qué pasó? e intentar intuir que puede pasar en el futuro. Lamentablemente las respuestas no son claras en absoluto, mi impresión sin ser un entendido en el asunto de los Balcanes es que aún hay muchas heridas que no han cerrado todavía, tengo la sensación que Bosnia Herzegovina es un cóctel de cultur
as, religiones y étnias difícil de gestionar incluso veintitantos años después del fin de la guerra, insisto no soy ningún entendido, sólo hablo desde mis modesta impresión en unos días pedaleando por sus tierras, conversando con sus gentes y sintiéndome impresionado por las marcas de metralla en los edificios, el gran número de cementerios, (hay pueblos que el cementerios es muchísimo más grande que el propio pueblo), y los carteles de peligro minas antipersona en los bosques de los laterales de la carretera.
He de decir que Bosnia me encantó, descubrí un pais precioso, con una riqueza natural impresionante, con un pueblo de gente sencilla, amable y muy hospitalaria que nos acogió estupendamente el tiempo que estuvimos allí. Tuvimos la oportunidad de aprender mucho de la
distribución política y étnica del país, conocer Mostar, Sarajevo y muchas aldeas de sus tres regiones, Bosnia, Herzegovina y República Sprska. Pudimos pasear sobrecogidos por Móstar y Sarajevo, visitar exposiciones sobre la guerra, sobre la masacre de Sbrenica, en fin el recorrido por Bosnia tuvo un marcado carácter emocional por los recuerdos (televisivos) de lo que sucedió allí. En el anecdotario quedará la noche que dormimos al lado de la casa de Iván un bosnio soltero y jubilado que vive en el campo y donde una tarde llegamos a su casa pidiéndole poner la tienda de campaña en su terreno, Iván aceptó y en seguida nos invitó a entrar a su casa a charlar (poco por problemas de falta de idioma común) y a beber rakia. Pasamos un rato fantástico con Iván, salimos de su casa un poco perjudicados por el rakia y gracias a eso nos tomamos con cierta indulgencia lo que en otras circunstancias hubiera sido una catástrofe, el perro de Iván, un perro pastor del que no recuerdo su nombre, y mejor que no sea así, se había comido parte de nuestra tienda y algunas alforjas. Al animalico le dio por ponerse a roer los tirantes de fijación de nuestra tienda, inutilizándolos por completo, además estuvo jugando con una de nuestras alforjas, arrastrándola cincuenta metros hacia el bosque y rompiendo una de las fijaciones para llevarla al hombro,
afortunadamente no es un elemento esencial, así que no nos afectó tanto. En el caso de la tienda de campaña, nos tocó encontrar una solución en Sarajevo, gracias a las habilidades de costura que tiene Ana, improvisamos una solución de urgencia que esperemos nos aguante lo que queda de viaje, en caso contrario cuando andemos lidiando con los vientos de las estepas mogolas en las frías noches de otoño, me voy a tener que acordar del perro de Iván, blasfemando su nombre convenientemente.

Después de cruzar la parte más montañosa de los Balcanes, soportar alguna nevada y bastantes lluvias, llegamos a Serbia, otro país que nos despertaba grandes expectativas, por un lado Serbia siempre ha tenido esa aureola de “chico malo” internacional, siempre le acompaña cierta mala fama por los conflictos bélicos en los que se ha visto involucrada. En mi caso siempre intento, no sé si lo consigo, tratar de escapar de los prejuicios y los clichés preconcebidos, la idea es intentar esperar acontecimientos y ver que sensaciones me provoca el nuevo escenario. Bajo esa premisa, la experiencia en Serbia fue fantástica, muchísima gente nos animaba por la calle, se interesaba por nuestra aventura, nos invitaba a café, en las aldeas nos daban productos de sus cosechas, y sobre todo rakia, no he tomado tanto rakia en mi vida como el tiempo que estuvimos en Serbia, también es fácil que eso ocurra, ya que la primera vez que probé el rakia fue en Bosnia, unas semanas antes. Tuvimos la oportunidad de hospedarnos en casas de Serbios que nos trataron fenomenal, nos invitaron a comer, pudimos charlar en ocasiones en inglés y en otra
s ocasiones, lo que se puede conversar a través de Google translator, he de decir que más bien poco y con más probabilidad de provocar malos entendidos, que a mantener una conversación fluida. En cualquier caso en Serbia encontramos muchísimo cariño y fantástica acogida, lo cual ayuda mucho para mantener la inquietud por volver algún día.
Además de la cálida acogida de los serbios, la primavera se instaló en Serbia durante los días que estuvimos recorriendo el país, haciendo que nuestras acampadas en sus bosques fueran estupendas y pedalear por sus montañas y por sus llanuras, una delicia.
Y llegó Bulgaria, el tramo final de nuestra etapa Balcánica, como comentaba al principio, sirvió para redescubrir una Sofía super vibrante, conocer Plovdiv una ciudad que no visitamos la primera vez que estuvimos en Bulgaria y que resultó ser una ciudad muy atractiva, con patrimonio histórico importantísimo y una oferta cultural y de ocio extraordinaria. Bulgaria nos ofreció la posibilidad de acampar en lugares fantásticos, un día acampamos en la torre de avistamiento de aves de un humedal, otro día en un lago de ensueño, en bosques, o en pequeñas aldeas donde los paisanos se sorprendían por ver a dos españoles en una rara bicicleta quedándose a dormir en las praderas de su pueblo. Aunque como ya dije, lo mejor que nos ofreció Bulgaria fue la oportunidad de conocer a Marina y a Petr, la semana que compartimos en Sofía quedará en el recuerdo de los momentos más bonitos de esta aventura...

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