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Nuestra etapa en los Balcanes empezó
dejando atrás el intenso frío sufrido en Italia, el Vórtice Polar,
hizo mella en nuestros cuerpos y en nuestra mente, lo importante es
que lo habíamos dejado atrás y afortunadamente habíamos sido
capaces de superarlo. Cuando uno se enfrenta a una aventura como esta
debe estar dispuesto a muchos sacrificios y el primero de todos es
entender que los planes pueden cambiar, que los objetivos pueden
cambiar y que en todo momento uno debe ser capaz de adaptarse a esos
cambios. Por qué digo esto, pues porque lo que parece obvio no es
siempre fácil, nuestro plan inicial era abierto sí, pero teníamos
la ilusión de ir desde nuestra ciudad en España hasta Pekín en
China, recorriendo las ciudades de la antigua Ruta de la Seda. Según
va avanzando el
proyecto, la aventura, el reto o como lo queráis
llamar aparecen circunstancias que uno no tenía contempladas, a
veces por desconocimiento, a veces por meros accidentes o imprevistos
en el día a día de nuestro viaje. Como ya comenté en la entrada
anterior, las condiciones meteorológicas fueron uno de los factores
que nos obligaron a cambiar nuestras expectativas en ruta,
otra eran
las noticias que nos estaban llegando de otros viajeros en bicicleta
intentando conseguir el Visado para poder entrar en China. Las
informaciones que nos llegaban no eran para nada alentadoras, muchos
ciclistas estaban siendo rechazados en sus solicitudes de visado
chino en los consulados de los países vecinos, incluso en Teherán
que era nuestra primera opción para solicitar el visado. La
solicitud de Visados en los países por los que transcurre la antigua
Ruta de La Seda, es una de las cuestiones más complicadas del viaje,
los visados de China y Turkmenistán son especialmente complicados de
obtener fuera de los países de origen de los viajeros, con muchos
requerimientos difíciles de conseguir, otros visados como los de
Irán, Uzbekistán, Tajikistán, a priori no son complicados de
lograr, pero nunca puedes tener la certeza absoluta que te van a ser
concedidos. Esta circunstancia hace que la obtención de visados sea
probablemente, al margen de montar en bicicleta, la actividad en la
que más energía, esfuerzo e imaginación se emplea en un viaje por
tierra en la Ruta de la Seda,
llegando al punto en que en todo
momento se ha de tener un plan B, si se es rechazado en alguno de los
visados que se solicitan. Los visados son muy cososos, para que os
hagáis una idea, hemos calculado invertir más de 1000€ en la
obtención de visados para nosotros dos, además del coste intrínseco
al visado hay que considerar el dinero necesario invertir en las
estancias de espera en aquellos lugares donde se solicita el visado,
me explico, los visados generalmente no se expiden en el mismo día
que uno lo solicita, sino que
requieren un tiempo, algunos un par de
días, otros una semana y otros 15 días, eso significa que además
del coste del visado se ha de considerar el coste de la estancia en
la ciudad donde solicitas el visado hasta que lo obtienes.
Afortunadamente hay maneras de reducir ese impacto en el presupuesto
de viaje, una semana de estancia en Estambul por ejemplo, no es
barata precisamente, no es fácil acampar, conseguir un anfitrión de
Warmshowers o Couchsurfing para toda una semana no es tarea fácil
tampoco, pero como comentaba con un poco de planificación hay
algunos visados que se solicitan en un consulado, pero se pueden
recoger en otro, como por ejemplo el de Uzbequistán, que suele
tardar bastante tiempo en procesarse. Al final solicitar visados para
los países de la Ruta de la Seda es como jugar una partida de
Ajedrez, cada movimiento que hagas tiene alguna repercusión, ya sea
en tu ruta, en el tiempo que tardas en conseguirlos o en lo que te va
a costar. Os cuento por encima nuestro plan inicial:
-Solicitar el visado de Turquía antes
de llegar, éste se solicita on-line y no requiere más que pagar,
ningún problema.
-En Estambul solicitar el visado de
Uzbequistán, la razón tarda bastante y es necesario para poder
pedir el visado del país anterior en nuestra ruta (Turkmenistán),
que teníamos previsto solicitarlo en Teherán. Por tanto para no
tener que quedarnos mínimo una semana en Estambul, solicitaremos
poder recogerlo en Teherán (Irán).
-Solicitar el Visado de Irán en
Erzurum (Turquía), el visado de Irán tiene un proceso previo de
autorización que se realiza on-line, si te aceptan puedes solicitar
el visado en el consulado que requieras.
-En Teherán una vez recogido el visado
de Uzbequistán, solicitar el Visado de tránsito para Turkmenistán
y recogerlo en la ciudad iraní de Mashhad cercana a la frontera ya
que tardan unas tres semanas en dar respuesta. Por otro lado
solicitar también el visado Chino.
-En Uzbekistán, solicitar el visado
para Tayikistán
-En Almaty (Kazahistán) solicitar el
visado para Mongolia.
Pues bien ese era nuestro plan inicial,
si fallaba alguno de los eslabones de la cadena sería necesario
cambiar el itinerario y plantear un nuevo trazado. Como comentaba
estando en Italia las noticias que nos llegaban de los visados para
China no eran nada halagüeñas, muchos rechazos en las solicitudes,
nadie obtenía respuestas porqué eran rechazados pero se presumía
que en ocasiones porque el consulado no acepta solicitudes de visados
para personas que no son nacionales de los países donde está el
consulado, otras veces por tener el sello en el pasaporte de terceros
países en los que puede haber algún conflicto con China, Turquía,
Irán..., el caso es que nadie tiene la certeza absoluta de porqué
ha sido rechazada su solicitud de visado. Dadas las circunstancias
llegamos a pensar que nuestra ruta debía ser cambiada, eliminar
China del plan
inicial, por la imposibilidad de conseguir el visado
en ruta, desde luego alternativas como enviar nuestro pasaporte a
España para que una agencia tramite nuestro visado en Madrid y luego
nos envíe el pasaporte a Irán, no estaba contemplada dentro de
nuestro imaginario, es posible pero muy costoso y sobre todo muy
arriesgado. Cambiar de planes no supone ningún problema en términos
de viaje y aventura, cuando uno tiene la expectativas abiertas a lo
que surja, cualquier lugar es bueno para viajar, pero he de reconocer
que sí nos afectaba la idea de abandonar China, emocionalmente había
un vínculo con acabar nuestro trayecto en Pekín, de cualquier
manera nuestra cabeza buscaba nuevos destinos, India, Nepal,
Tailandia... Afortunadamente, nuestra estancia en Sarajevo transcurrió
en casa de Oxana, su pareja y Timur su pequeño, ellos habían hecho
una ruta por Asia Central con un vehículo, recorriendo la estepa
Rusa, Mongolia y varios de los países de la Ruta de la Seda,
estuvimos charlando varias noches sobre la zona, durante la cena,
contándonos historias de viajes, los problemas con los visados, etc
y se nos encendió la bombillita,
spor qué no probar a solicitar el
visado chino en Sofía (Bulgaria), no tendríamos que preocuparnos
por sellos incómodos en el pasaporte, por otro lado al ser Comunidad
Económica Europea, de alguna manera somos ciudadanos que no
requerimos permiso de residencia ni visado de turismo en Bulgaria,
además no arecía una localización susceptible de tener problemas
con China, debíamos intentarlo. Ello suponía un cambio de planes
respecto a nuestra ruta inicial ya que no teníamos pensado pasar por
allí. Sofía es una ciudad que conocíamos ya, y a pesar de que nos
gusta mucho, teníamos ganas de descubrir nuevos lugares en Bulgaria.
Pues la verdad, pasar por Sofía puede haber sido una de las mejores
decisiones que hemos tomado en este viaje, para empezar descubrimos
una ciudad nueva, vibrante, muy diferente a la que conocíamos,
nosotros estuvimos en Sofía en Enero, frío, nieve, oscuridad,
etc..., esta vez tuvimos la oportunidad de redescubrirla en
primavera, ¡Ufff, Qué cambio!, ciudad súper luminosa, activa como
pocas, desenfadada, desbordante, con una vida en la calle fantástica,
en fin quedamos maravillados. Por otro lado, tuvimos la oportunidad
de conocer a Marina y Petr que nos alojaron durante una semana en su
apartamento de Sofia. Marina es amiga de Oxana y en seguida se
ofreció a acogernos si necesitábamos estar un tiempo en su ciudad
tramitando el visado Chino, ¡Qué gente más guay!,
gracias a ellos
nuestra semana en Sofía fue fantástica, tanto que la despedida fue
más triste que otra cosa, afortunadamente nada indica que no podamos
volver a coincidir en otro lugar, España, Bulgaria o quien sabe
donde. En Sofía también conocimos a José (Baifo World), otro
aventurero en bici que actualmente se encuentra establecido en
Bulgaria esperando emprender nuevos proyectos. Y además de todo
esto, conseguimos el visado para China, no fue fácil eso sí, hubo
que hacer mucho trabajo de documentación, no voy a contar todo el
proceso ya que fue largo y tedioso, pero lo importante es que después
de tanto esfuerzo, tensión y dedicación el resultado se puso de
nuestro lado, teníamos el visado chino en nuestro pasaporte. Eso
quiere decir que nuestro destino puede
seguir siendo el mismo si
nosotros queremos mantenerlo, es una buena noticia, en el futuro nos
tocará lidiar con nuevos visados, pero como decían los romanos
“cuando lleguemos al río, construiremos el puente...”
A nivel personal también tuvimos que
aprender a adaptarnos a cada una de las circunstancias del viaje, el
viaje evoluciona según se avanza en la distancia y nosotros como
personas y por supuesto como pareja también tenemos que evolucionar,
nuestras expectativas no son las mismas que cuando empezamos a
pedalear a finales de Enero en España, nosotros no somos los mismos
tampoco y nuestra relación como pareja se transforma hacia una
relación marcada por connotaciones de equipo, debemos entender
nuestros estados de ánimo (y los del otro), nuestro estado físico,
las señales que nos manda el cuerpo, es fundamental recuperarnos
después de jornadas o etapas duras, la recuperación debe ser
física, mental y emocional, hay días que te preguntas ¿qué carajo
estás haciendo aquí?, sin ganas de nada, sin ganas de contarlo y
otros días sólo tienes ganas de comerte el mundo, seguir con fuerza
y seguir avanzando camino del lejano Oriente. Esa es una de las
enseñanzas de esta experiencia, no
avanzamos por ir rápido,
avanzamos por ser constantes, por creer en nosotros, por estimularnos
con nuevos retos, con nuevos objetivos cada día. Los malos momentos
son necesarios, al igual que nuestros errores, sirven para
enriquecernos, contribuyen a que mejoremos, a que seamos más fuertes
cada día...
Volviendo a nuestro día a día en los
balcanes, llegamos a Split (Croacia) cruzando el Adriático en ferry
desde Ancona (Italia), teníamos mucha ilusión por recorrer esta
parte de Europa, la bella costa Croata, tuvimos suerte y pudimos
disfrutar de algunos, no muchos, días soleados recorriendo esta
parte del Adriático de increíble belleza, esperemos que los errores
urbanísticos que se han cometido en la costa mediterránea española
no se cometan aquí al calor del negocio turístico, porque sería
una pena destruir un entorno como éste. También tuvimos la
oportunidad de conocer a “Bora”, el viento huracanado por
momentos que sopla en esta época del año por aquí, nos lo hizo
pasar muy mal los días que coincidimos con él, hasta el punto de
tener que quedarnos parados ante la imposibilidad de
pedalear algunos
días. Por lo demás nuestra estancia en Croacia fue breve, tampoco
tuvimos la oportunidad de tener demasiado contacto con vecinos del
lugar, no encontramos anfitriones que nos hospedaran en sus casas y
los pequeños contactos en tiendas, fueron eso, correctos pero sin
ningún aporte especial en términos de amistad o intercambio
cultural, podemos decir que nuestra corta estancia en Croacia paso
sin pena ni gloria.
Después de Croacia nos esperaba
Bosnia, en este caso me producía mucha inquietud poder descubrir
este país que trae a mi memoria tantos recuerdos, todavía recuerdo
las imágenes del telediario con los reportajes de la guerra de
Bosnia, imágenes de guerra en Sarajevo y en Móstar, la masacre de
Sbrenicja, recuerdos muy tristes de un pasado que ojalá no se vuelva
a repetir. Tenía gran curiosidad por ver que nos deparaba el
encuentro con Bosnia Herzegovia, intentar entender que pasó allí,
¿por qué pasó? e intentar intuir que puede pasar en el futuro.
Lamentablemente las respuestas no son claras en absoluto, mi
impresión sin ser un entendido en el asunto de los Balcanes es que
aún hay muchas heridas que no han cerrado todavía, tengo la
sensación que Bosnia Herzegovina es un cóctel de cultur
as,
religiones y étnias difícil de gestionar incluso veintitantos años
después del fin de la guerra, insisto no soy ningún entendido, sólo
hablo desde mis modesta impresión en unos días pedaleando por sus
tierras, conversando con sus gentes y sintiéndome impresionado por
las marcas de metralla en los edificios, el gran número de
cementerios, (hay pueblos que el cementerios es muchísimo más
grande que el propio pueblo), y los carteles de peligro minas
antipersona en los bosques de los laterales de la carretera.
He de decir que Bosnia me encantó,
descubrí un pais precioso, con una riqueza natural impresionante,
con un pueblo de gente sencilla, amable y muy hospitalaria que nos
acogió estupendamente el tiempo que estuvimos allí. Tuvimos la
oportunidad de aprender mucho de la
distribución política y étnica
del país, conocer Mostar, Sarajevo y muchas aldeas de sus tres
regiones, Bosnia, Herzegovina y República Sprska. Pudimos pasear
sobrecogidos por Móstar y Sarajevo, visitar exposiciones sobre la
guerra, sobre la masacre de Sbrenica, en fin el recorrido por Bosnia
tuvo un marcado carácter emocional por los recuerdos (televisivos)
de lo que sucedió allí. En el anecdotario quedará la noche que
dormimos al lado de la casa de Iván un bosnio soltero y jubilado que
vive en el campo y donde una tarde llegamos a su casa pidiéndole
poner la tienda de campaña en su terreno, Iván aceptó y en seguida
nos invitó a entrar a su casa a charlar (poco por problemas de falta
de idioma común) y a beber rakia. Pasamos un rato fantástico con
Iván, salimos de su casa un poco perjudicados por el rakia y gracias
a eso nos tomamos con cierta indulgencia lo que en otras
circunstancias hubiera sido una catástrofe, el perro de Iván, un
perro pastor del que no recuerdo su nombre, y mejor que no sea así,
se había comido parte de nuestra tienda y algunas alforjas. Al
animalico le dio por ponerse a roer los tirantes de fijación de
nuestra tienda, inutilizándolos por completo, además estuvo jugando
con una de nuestras alforjas, arrastrándola cincuenta metros hacia
el bosque y rompiendo una de las fijaciones para llevarla al hombro,
afortunadamente no es un elemento esencial, así que no nos afectó
tanto. En el caso de la tienda de campaña, nos tocó encontrar una
solución en Sarajevo, gracias a las habilidades de costura que tiene
Ana, improvisamos una solución de urgencia que esperemos nos
aguante lo que queda de viaje, en caso contrario cuando andemos
lidiando con los vientos de las estepas mogolas en las frías noches
de otoño, me voy a tener que acordar del perro de Iván, blasfemando
su nombre convenientemente.
Después de cruzar la parte más
montañosa de los Balcanes, soportar alguna nevada y bastantes
lluvias, llegamos a Serbia, otro país que nos despertaba grandes
expectativas, por un lado Serbia siempre ha tenido esa aureola de
“chico malo” internacional, siempre le acompaña cierta mala fama
por los conflictos bélicos en los que se ha visto involucrada. En mi
caso siempre intento, no sé si lo consigo, tratar de escapar de los
prejuicios y los clichés preconcebidos, la idea es intentar esperar
acontecimientos y ver que sensaciones me provoca el nuevo escenario.
Bajo esa premisa, la experiencia en Serbia fue fantástica, muchísima
gente nos animaba por la calle, se interesaba por nuestra aventura,
nos invitaba a café, en las aldeas nos daban productos de sus
cosechas, y sobre todo rakia, no he tomado tanto rakia en mi vida
como el tiempo que estuvimos en Serbia, también es fácil que eso
ocurra, ya que la primera vez que probé el rakia fue en Bosnia, unas
semanas antes. Tuvimos la oportunidad de hospedarnos en casas de
Serbios que nos trataron fenomenal, nos invitaron a comer, pudimos
charlar en ocasiones en inglés y en otra
s ocasiones, lo que se puede
conversar a través de Google translator, he de decir que más bien
poco y con más probabilidad de provocar malos entendidos, que a
mantener una conversación fluida. En cualquier caso en Serbia
encontramos muchísimo cariño y fantástica acogida, lo cual ayuda
mucho para mantener la inquietud por volver algún día.
Además de la cálida acogida de los
serbios, la primavera se instaló en Serbia durante los días que
estuvimos recorriendo el país, haciendo que nuestras acampadas en
sus bosques fueran estupendas y pedalear por sus montañas y por sus
llanuras, una delicia.
Y llegó Bulgaria, el tramo final de
nuestra etapa Balcánica, como comentaba al principio, sirvió para
redescubrir una Sofía super vibrante, conocer Plovdiv una ciudad que
no visitamos la primera vez que estuvimos en Bulgaria y que resultó
ser una ciudad muy atractiva, con patrimonio histórico
importantísimo y una oferta cultural y de ocio extraordinaria.
Bulgaria nos ofreció la posibilidad de acampar en lugares
fantásticos, un día acampamos en la torre de avistamiento de aves
de un humedal, otro día en un lago de ensueño, en bosques, o en
pequeñas aldeas donde los paisanos se sorprendían por ver a dos
españoles en una rara bicicleta quedándose a dormir en las praderas
de su pueblo. Aunque como ya dije, lo mejor que nos ofreció Bulgaria
fue la oportunidad de conocer a Marina y a Petr, la semana que
compartimos en Sofía quedará en el recuerdo de los momentos más
bonitos de esta aventura...
La segunda parte de nuestro paso por los Balcanes, ahora Serbia y Bulgaria...
Este es el video de la primera parte de nuestro periplo por los Balcanes, en concreto el tramo de Croacia y Bosnia Herzegovina...
VLOG #4 BALCANES I from pardenomadas on Vimeo.
VLOG #4 BALCANES I from pardenomadas on Vimeo.
Entramos en Italia después de un mes
en ruta, habiendo recorrido aproximadamente 1500 Km entre España y
Francia, nos marchamos de Italia un mes después, con 1100 Km más en
nuestras piernas, muchos amigos nuevos y sobre todo siendo mucho más
fuertes que cuando llegamos. En ese tiempo Italia se ha encargado de
hacer muchísimo más amplia nuestra zona de confort, también ha
servido para analizar como queremos que sea esta etapa de nuestra
vida que nos llevará al lejano oriente por los caminos de la ruta de
la seda. ¿Qué ha pasado, os preguntaréis?, en primer lugar hemos
sido sometidos a los elementos, es cierto que uno debe
estar
preparado para todo en una aventura como esta, pero no es menos
cierto que no sabes que lo estás hasta que te encuentras inmerso en
ella. Iniciamos nuestro recorrido en invierno, por tanto deberíamos
haber pensado que probablemente el tiempo no fuese el más apacible,
sí, éramos conscientes, lo que pasa es que pretendíamos recorrer
durante el inviernos los países ribereños del Mediterráneo con el
fin de evitar las condiciones climatológicas más severas y a la vez
que nos sirviera como entrenamiento a los posibles fríos de Asia
central, en caso que nos pillara por aquellas latitudes de nuevo el
invierno.
El plan no estaba saliendo mal, en España tuvimos un
tiempo otoñal, nada de frío intenso, en Francia sí nos alcanzó el
frío pero acorde a lo esperado, la verdad, ha sido en Italia donde
nos hemos tenido que enfrentar a condiciones climáticas realmente
exigentes. Nuestro periplo por el país de la pizza coincidió con
uno de esos fenómenos que llaman Vórtice Polar o Vórtice Ártico,
vamos lo que viene siendo una ola de frio polar, algo así como si en
Siberia alguien hubiera olvidado cerrar la puerta y se les escapa el
frío al resto del continente. Pues bien nos pilló de lleno, además
este año por alguna razón la ola de frío ha sido más larga de lo
habitual, pero ¿para qué ha servido esto?, pues bien, en primer
lugar para que pasáramos muchísimo frío, temperaturas durante el
día con varios grados bajo cero, nevadas muy intensas, etc..., Antes
de partir contemplábamos esta circunstancia como poco probable, o en
el peor de los casos de una duración menor, desde la comodidad de
nuestra casa, el calor del hogar, encontrarte a resguardo, verte
pedaleando dentro del frío polar causa temor, desconfianza en tu
capacidad de hacerlo y en definitiva provoca un estado de cierta
ansiedad ante una situación llevada de alguna manera más allá de
lo que tus límites, a priori, te permitirían superar.
De cualquier
manera nos hemos tenido que enfrentar a ello, nos sorprendió la
tormenta polar y nos absorbió, ante esta circunstancia hay varias
opciones, tirar la toalla, quedarte en algún lugar hasta que pase la
ola de frío o seguir adelante haciéndole frente con tus propios
recursos. Pues bien las tres opciones se nos pasaron por la cabeza,
pero de las tres optamos por la tercera, seguir adelante, ¿qué
ocurre?, ¿cómo funciona esto en nuestra cabeza?, bien..., llevas un
tiempo pedaleando con frío, lluvia en ocasiones, pero ahí sigues,
te vas dando cuenta por la previsión meteorológica que se acerca
una ola de frío, la gente te lo dice, las noticias lo anuncian, pero
piensas...,
bueno seguro que no es para tanto, se han equivocado en
varias ocasiones..., con un poco de suerte estaremos en algún lugar
que podemos quedarnos y en un par de días seguimos..., en fin una
serie de invenciones propias de lo que quieres que pase, pero que no
necesariamente va a ser lo que va a pasar.... De repente un día
amanece muy frío, más de lo normal, ha nevado toda la noche y la
previsión es de que nieve durante el día, pero no está nevado por
la mañana y piensas que te verás capacitado a hacerlo, a pedalear
durante todo el día e intentar llegar a tu destino 60 o 70 km más
allá. Ves las calles llenas de nieve, pero haces una prueba rodando
con el tándem y parece que puedes pedalear y al final te lanzas...
Es importante recalcar que gracias a las redes de hospitalidad que he
comentado en otras ocasiones, cada noche teníamos concertados
alojamientos en casas de diferentes anfitriones en diferentes
ciudades del norte de Italia. Esto provocaba una situación un tanto
peculiar porque por un lado nos aseguraba que tendríamos techo al
final del día, siempre y cuando fuéramos capaces de llegar a la
siguiente ciudad, pero por otro lado nos creaba una cierta obligación
ya que habíamos quedado con gente que abría las puertas de su casa
para albergarnos durante esos días. Obviamente siempre estaba en
nuestra mano cancelar o modificar cualquier cita con nuestros
anfitriones si las condiciones meteorológicas hicieran imposible
circular en bicicleta, pero de alguna manera nosotros mismos nos
creábamos el compromiso de llegar a los sitios marcados.
El problema
está en que en estas circunstancias, temporal de nieve, carreteras
cortadas, circulación complicada, cualquier imprevisto puede hacer
que te quedes tirado en medio de la nada, una avería mecánica, una
carretera cortada o un simple pinchazo ya que intentar arreglar un
pinchazo con los guantes puestos a -10ºC se convierte en una tarea
bien complicada y hacerlo sin guantes supongo que más...
La primera
vez que nos enfrentamos con una fuerte nevada, nos pillo en ruta ya,
decidimos seguir, en ocasiones la visibilidad era complicada,
circulábamos por la Vía Emilia, una strada nazionale, probablemente
una de las más transitadas de Italia, con el agravante que la
autopista paralela que une gran parte de las ciudades más
importantes del país se encontraba cerrada al tráfico pesado por el
temporal de nieve, eso hacía que la carretera estuviera llena de
camiones, en fin una tormenta perfecta que nos lo hizo pasar bastante
mal. Para colmo, la carretera no tenía arcén y a algunos
conductores no les hacía mucha gracia que la carretera estuviera
ocupada por un vehículo a pedales, así que además de sufrir las
inclemencias meteorológicas, también sufrimos la mala educación y
enorme falta de respeto de algunos conductores.
Cierto es que otros
conductores nos mostraban su admiración y como no, otros su
compasión por el entorno en el que estábamos pedaleando... Así que
durante esa semana nos pusimos a prueba, fue duro, bastante duro
diría yo, pero lo superamos, ahora sabemos que somos capaces de
enfrentarnos a circunstancias que nunca pensaríamos que podíamos
hacer, así es esto ir superando pruebas, pruebas físicas y sobre
todo, pruebas mentales que te examinan día a día, comprobando tu
capacidad de adaptación, de superación, tu constancia y tu
tenacidad.
Es habitual que recibamos comentarios
en nuestras publicaciones en redes sociales, alabando la belleza de
los lugares que visitamos, la aventura que estamos llevando a cabo, a
veces nos llegan mensajes indicándonos cuanto nos envidian por lo
que hacemos, o un comentario muy recurrente y que me llama mucho la
atención, “seguid disfrutando mucho”. En realidad hay que tener
en cuenta que las fotos sólo muestran un instante, una décima de
segundo, que el encuadre ha sido escogido para que la foto sea
bonita, en ocasiones ha sido editada posteriormente para que la
iluminación y la tonalidad sea la deseada, en fin es sólo una
imagen, es fantasía, detrás de esa foto muchas veces hay
sensaciones mucho mejores que una cámara o nosotros como fotógrafos
no somos capaces de reflejar, pero muchas otras veces hay muchísimo
esfuerzo, hay mucho trabajo, hay sufrimiento, hay desazón y muchas
otras sensaciones que el espectador no es capaz de reconocer pero
desde luego no estaría dispuesto a sufrir para vivir ese momento
reflejado en la foto, por mucho que crea que desea hacerlo. Con esto
quiero decir que para nosotros esta experiencia no es un viaje, no
son unas vacaciones en las que estamos constantemente disfrutando, ni
mucho menos, tampoco lo pretendemos, para nosotros se trata de una
nueva etapa dentro de nuestra vida,
en las que cabe lo que cabe en la
vida normal de cualquier persona, cabe la alegría, cabe el disfrute,
cabe el entusiasmo, pero también cabe el cansancio, la frustración,
el desencanto, la falta de motivación, el dolor, la rutina... La
diferencia es que esta vida es la que queremos llevar en este
momento, no anhelamos otra, cuando esta vida nómada deje de
seducirnos, deje de motivarnos, dejemos de sentir la pasión
necesaria para seguir adelante, será el momento de cambiar de vida
otra vez. En definitiva lo que nosotros hacemos es intentar llevar la
vida que queremos en este momento, pero no significa que estemos
constantemente disfrutando, para nada, se podría decir que los
momentos de disfrute (entendiendo disfrute como placentero) son
escasos, pero hacemos lo que queremos y es eso lo que verdaderamente
cuenta. Es difícil de explicar, al igual que un corredor de una
maratón está sufriendo mucho durante la carrera, el montañero
sufre también subiendo una montaña, nosotros también sufrimos
mucho, pero al igual que ellos, no cambiaríamos ese sufrimiento por
nada, ya que es lo que deseas hacer. Cada metro de los dos mil y pico
kilómetros que hemos recorrido ya,
son consecuencia de nuestro
esfuerzo, de pasar frío, de mojarse con la lluvia, de que se te
congelen las manos y los pies, de estar siempre a la intemperie, de
sudar y oler mal durante mucho tiempo, de comer morralla mirando el
precio de cada producto para no pasarte en el presupuesto, es
consecuencia también de sacrificar el poder ver a tus amigos,
familia y seres queridos, en fin no tengo tampoco intención de dar
pena, ni muchísimo menos, pero sí dejar claro que lo que estamos
haciendo no se asemeja para nada a unas vacaciones y desde luego no
estamos disfrutando constantemente, pero sin duda es lo que queremos
en este momento de nuestras vidas y es lo que nos hace sentir vivos.
Al margen de estas reflexiones, en
Italia hemos podido reencontrarnos con viejos amigos que hacía mucho
tiempo que no veíamos, también hemos tenido la oportunidad de
conocer gente interesantísima, casi cada noche hemos dormido en casa
de gente diferente, estudiantes de intercambio, profesionales de
éxito, empleados municipales, extranjeros viviendo en Italia, en fin
realidades vitales bastante variadas y siempre enriquecedoras.
También tuvimos una experiencia con un anfitrión que nos dejó a
Ana y a mi un tanto estupefactos, aún hoy recordamos los 3 tres días
que pasamos en su casa con bastante perplejidad, obviamente no vamos
a quejarnos de alguien que de forma altruista y hospitalaria nos abre
las puertas de su casa, por favor no me interpretéis mal, pero desde
luego esta experiencia la recordaremos durante bastante tiempo como
una de las mas especiales de nuestras vidas...
También empezamos a acampar, acampar
te permite sentir la libertad de moverte a tu ritmo, de parar donde
desees montar tu tienda de campaña y descansar para el día
siguiente. No siempre son lugares idílicos, al final acabas
acampando tanto en lugares fantásticos en plena naturaleza, como en
casa abandonadas junto a una carretera, en lo que coinciden siempre
es que es la forma más directa de sentirte dueño de tu camino...
Nada más aquí seguimos pedaleando
rumbo al Este, siempre al Este, tomamos rumbo a los Balcanes...
Este es el vídeo de nuestra travesía por Italia, 30 días y 1.100 Km, este invierno hubo momentos que Italia parecía Siberia...
VLOG #3 ITALIA - Silk Road by tandem bike from pardenomadas on Vimeo.
VLOG #3 ITALIA - Silk Road by tandem bike from pardenomadas on Vimeo.
ESTAMOS AQUI...
-Actualmente en: Jiayuguan (China)
-En ruta: 287 días
-Kilómetros pedaleados: 13.050 Km
-Caídas: 2
-Altitud máxima: 4655m paso Ak-Baital (Tajikistán)
-Pinchazos: 2 (tandem), 5 (trailer), 12 (Alberto), 2 Ana
-Radios rotos: 2 (tándem) 10 (Ana)
-Pastillas de freno: 3 (tandem) 4 (Alberto) 4 (Ana)
-Cubiertas: 4
-Cámaras: 3
-Cadenas: 2
-Velocidad máxima: 72 Km/h (Erzican, Turquía)
-Jornada más larga: Islamabad - Mashhad (Irán) 130 Km
-Paises visitados: España. Francia, Mónaco, Italia, Croacia, Bosnia Herzegovina, Serbia, Bulgaria, Turquía, Irán, Turkmenistán, Uzbequistán, Tajikistán, Kirguistán, Kazajistán, China
Con la tecnología de Blogger.