6 de Octubre de 2008 desde Abancay, día #207 de viaje

Nos ha llevado una semana de duro sufrimiento los 400km que separan la ciudad de Ayacucho y Abancay en el departamento de Apurímac. La carretera, en realidad en todo momento ha sido una pista forestal en la que no hemos encontrado asfalto hasta los últimos 15km justo antes de llegar a Abancay, discurre subiendo montañas y descendiendo valles entre pequeñas aldeas andinas, excepto por la ciudad de Andahuaylas. El imperio Wari desarrolló un sistema de caminos, más tarde perfeccionado por los Incas, que comunicaba la mayoría del imperio. Los caminos que pedaleamos entre Ayacucho y Abancay, a través de increíbles barrancos y cerros, están más cerca de este antiguo sistema de comunicación que de las carreteras modernas. En este trayecto hemos subido a más de 4000m de altitud en tres ocasiones, para luego descender a menos de 2000m en otras tres. Este sube y baja, ha sido durísimo desde el punto de vista físico y sobre todo psicológico. Gracias a nuestro poco preciso mapa y a la "inestimable" ayuda de la gente local, que con toda su buena fe, nos dice que la siguiente aldea está "ahí no más" y en realidad empleamos 4 horas para llegar (al día siguiente claro...), con lo cual tenemos que hacer noche en lo alto del páramo a más de 4000m de altura, con poca agua, poca comida y un frío que jode..., ya que como la aldea estaba "cerca", ¿para qué cargar con agua y alimentos en la subida??????!!!!!!!!, arhhhhhh!!!! qué buena labor educativa hicieron los de Barrio Sésamo con aquello del cercaaaa...., lejoooossss...., ¡qué pena que no se emitiera por estos lares...!!!!. En realidad presenta más problema mental las bajadas que las subidas, cuando uno sube, se resigna sabe que ha de sufrir hasta que llegue a la cumbre, aunque parezca que esta nunca llega como ocurre cuando uno sube durante 55km seguidos, una vez allí a disfrutar del paisaje y os puedo asegurar que uno lo disfruta mucho más que cualquiera que haga la subida en coche. El problema cuando se baja en estas tierras, es que sabes positivamente que eso significa volver a subir de nuevo, si hacemos cálculos desde que llegamos a las montañas de Perú, es como si hubiéramos subido al Everest en bicicleta un par de veces, hemos superado los 4000m en 5 ocasiones y mañana cuando partamos de Abancay camino de Cuzco, lo primero que hay que hacer es subir un puerto de montaña a 4100m, esta vez asfaltado, ¡menos mal!, después cerca de Machu Pichu y camino de Bolivia volverán a caer más cuatromiles, pero como se suele decir ya tendremos el cuero curtido...

aldeas en las cumbres andinas...

Al margen de estas anécdotas, he de decir que los paisajes, los cielos, la maravillosa luz andina que hemos disfrutado y la hospitalidad de los indígenas Quechua que hemos encontrado en el camino han hecho de esta travesía probablemente la más épica que hayamos realizado hasta el momento. Cuando llegábamos a alguna aldea, sólo teníamos que pedir a la gente que nos prestaran un poco de espacio para acampar y en seguida nos ofrecían espacio o incluso una cama dentro de sus casas hechas con cuatro paredes de adobe y techo de paja, sin luz, sin agua corriente, pero siempre nos brindaban toda su hospitalidad acompañado con un plato de sopa caliente para cenar... Cuando llegamos a una aldea que por desgracia no puedo recordar su nombre, nos invitaron a pasar a la casa del novio de una boda Quechua que se estaba celebrando en ese momento, nos invitaron a Chicha (bebida alcoholica que proviene de la fermentación del maíz), a aguardiente de caña y a mascar hojas de coca, según la tradición Quechua, ni que decir tiene que después emprender la bajada en bicicleta por aquellos caminos llenos de curvas y precipicios, implicara más riesgos que los que normalmente adoptamos en nuestra ruta... Todas estas experiencias y emociones que hacen mucho más rico un viaje como éste, se lo debemos a la bicicleta. En nuestras experiencias anteriores viajando en bus de un lugar a otro, siempre nos perdíamos los espacios intermedios, el viaje consistía en viajar de lugar turístico "A", a lugar turístico "B", en medio sólo había trayecto en autobús, un espacio de tiempo en el que uno se aisla en la soledad de su asiento, escuchando su música del mp3 y viendo un escaparate en movimiento a través de la ventana del bus, pero sin tener oportunidad de palpar, sentir, oler el lugar y a sus gentes. Gracias a la bicicleta, los momentos más enriquecedores de nuestro viaje ocurren justo en los lugares que de ninguna otra manera hubiéramos visitado, ya que, a priori, no hay nada que hacer o ver allí. A lo largo de nuestro viaje, creo que no destacaríamos prácticamente ningún lugar de los sobradamente conocidos y repletos de turistas, sino aquellos que hemos tenido la oportunidad de conocer y disfrutar por que se encontraban en nuestra ruta y ya sea el lugar o sus gentes nos los han hecho inolvidable.

Rucio y Rocinante a 4000m de altura...

En estas aldeas, con tantas horas sobre la bicicleta entre subidas y bajadas, hemos podido reflexionar acerca del mundo donde vivimos, nuestro mundo desarrollado, civilizado y nuestro maravilloso progreso... En estas aldeas, salvo por los teléfonos celulares, los coches y camiones que circulan atestados de gente por los caminos y las botellas de Coca-Cola que siempre hay en cualquier tiendita de aldea, viven aislados completamente del mundo que nosotros conocemos, sin conocer mucho acerca de los problemas de su sociedad, que seguro que los tienen, pudimos observar a la gente conformándose con lo que tiene, no aparenta ansiar la posesión de más y más bienes materiales desmesuradamente, se concentran en su familia, su cosecha y sus animales, sin a priori, parecer preocuparse por aquellas cuestiones que no afectan a sus necesidades básicas, alimentación y familia. Nos ha impresionado mucho la actitud de los niños, siempre riendo, siempre jugando, desde nuestra óptica occidental, se encontrarían sucios, sin ropa en condiciones, sin zapatos, sin juguetes, etc..., pero la realidad es que son felices, disponen de toda la atención de sus padres, juegan todo el tiempo en absoluta libertad, con animales, con otros niños, no ansían todo aquello que la televisión se encarga de poner en los labios de los niños de nuestra sociedad, como un caramelo que ante su falta les provoca ansiedad y desesperación...

en bici a 4000m de altura,

Desde que llevamos pedaleando por las montañas andinas, nuestro ritmo de avance hacia Tierra del Fuego se ha ralentizado bastante, ni que decir tiene que es debido a la abrupta geografía que limita enormemente nuestro avance. En uno de los post anteriores, Javier y Johanna, nuestros amigos de Cantabria, nos preguntaban cuándo teníamos pensado llegar a Ushuaia, la verdad es que es muy difícil hacer planes, es cierto que nuestra intención es hacerlo antes de que empiece de nuevo el invierno austral, pero la verdad es que el camino es el que dicta su ley y nosotros somos sus subordinados que la acatamos en todo momento. Nuestra intención a corto plazo es visitar Machu Pichu, y después si la situación lo permite cruzar a Bolivia y pedalear el Salar de Uyuni, después..., el tiempo y la carretera escribirán nuestro destino...

Andes...

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