pedales, viento y arena...

26 de agosto de 2008 desde Chiclayo, día #166 de viaje


acabamos de cruzar con éxito el desierto de Sechura en el norte de Perú, más de 200km pedaleando en la inmensidad de la absoluta soledad, sólo los vehículos que de tanto en tanto cruzaban el desierto camino de Piura o de Chiclayo disturbaban la incierta calma que respira en este lugar. Podíamos haber llamado a nuestro blog "Diarios de Bicicleta", parafraseando la novela que escribió el Che Gevara después de recorrer sudAmérica en compañía de Alberto Granados, pero en ningún momento se nos pasó por la cabeza compararnos ni mínimamente con el Che y Granados, pero lo que si puedo asegurar es que al igual que ellos, esta aventura marcará de alguna manera nuestras vidas, probablemente cuando terminemos con esto no seremos las mismas personas que cuando lo iniciamos. Encima de la bicicleta disponemos de muchísimo tiempo para pensar, para reflexionar acerca de nuestra vida, nuestros proyectos, inquietudes y necesidades, tanto individuales, como en pareja, además claro está las situaciones que se suceden diariamente en nuestra travesía, siempre nuevas, siempre diferentes, al igual que cada una de las personas que se van cruzando en nuestro camino, van dejando un poso en nuestras personalidades que arrastraremos para siempre el resto de nuestras vidas. No sé si para bien o para mal pero desde luego no creo que cuando acabemos esto podamos decir que seamos los mismos que cuando empezamos... El desierto ha sido una experiencia interesante, antes de comenzar teníamos un gusanillo en el estómago debido a que entrábamos en algo desconocido hasta el momento para nosotros. Según el mapa, 220km separan Piura de Chiclayo y en medio nada, sólo alguna casita desperdigada y un par de localidades muy cercanas a Chiclayo, nosotros no somos capaces de realizar una etapa así en un sólo día, a pesar de ser el trayecto completamente plano, el viento de cara complica mucho el avance. Por tanto debíamos hacer acopio de víveres y sobre todo agua para hacer frente a la travesía con garantías de llegar a Chiclayo sin escasez de cualquiera de ambos. Así que nos cargamos con 12 litros de agua, arroz, macarrones, algunos condimentos para cocinar, leche en polvo, café soluble y nos adentramos en la llanura con las imágenes de los perdidos sin agua en el desierto, que la autosugestión evoca irremediablemente en nuestras cabezas debido a las influencias de las películas y la literatura... En realidad, aunque fuera difícil de creer a priori, hay gente que vive en el desierto, en condiciones durísimas para alguien que no concibe ese tipo de vida, sin agua (se trae en bidones), sin electricidad (la única electricidad es provista por una batería de coche), en casas hechas de palos, adobe y techos de caña. Charlando con algunas personas nos dimos cuenta lo diferentes que son nuestras vidas, nuestros mundos, lo que para nosotros es considerado un derecho adquirido por el mero hecho de vivir, el agua por ejemplo, para ellos es esfuerzo y lucha diaria "para poder vivir"...



más tarde nos encontramos en medio de la nada un restaurancito hecho de adobe y cañas, a un costado de la carretera, peculiar y pintoresco, sin electricidad ni agua por supuesto, con los pavos rondando por ahí y unos cantineros con aspecto de perdonavidas, en realidad podía haber servido de escenario para la película de Perdita Durango, francamente curioso, pero además, como no, vendían la omnipresente Coca-Cola, nosotros muy preocupados por no quedarnos sin agua, ¡para qué!!!, donde menos te lo esperes puedes encontrar la bebida negra... En fin, en el camino además de convivir con la soledad, que en ocasiones resulta muy saludable, hemos tenido que convivir también con el tenaz viento que asola el desierto a partir del medio día. De acuerdo a las leyes de Murphy el viento siempre soplará contrario a nuestra dirección de avance, bueno pues así fue, el primer día nos tocó viento sur-norte viento de cara y el segundo día debido a que la carretera vira dirección sur-este el viento nos pegó de frente y ligeramente de costado. De cualquier manera, el viento, un factor que hasta ahora no habíamos tenido la necesidad de considerarlo, deberemos de tenerlo en cuenta mientras estemos rodando en la costa de Perú, azotada por los vientos Alisios durante esta temporada y posteriormente en Patagonia donde el viento es una constante. La sensación de pedalear con viento se asemeja a una mano colocada en la frente que hace que no avances en consonancia al esfuerzo que estás realizando mientras pedaleas, ¡un coñazo vamos!!!, así que nos toca utilizar técnicas ciclistas, pedaleando uno detrás del otro justo a rueda para repartir el esfuerzo de cortar el viento y poder avanzar más en conjunto... De Chiclayo seguimos nuestro periplo al sur, nuestra próxima parada será Trujillo, ciudad colonial e intentaremos visitar la zona arqueológica de Chan-Chan, la ciudad de barro de la civilización Chimú.


ana+alberto

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este post lo hemos publicado con electrones 100% reciclados...

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2 comentarios:

  1. HOLA HOLA:

    ALBERTO TODO SE TE PERDONA PERO QUE TE METAS CON MI COCA COLA, QUE TE PASA JEJEJEJE, LES MANDAMOS SALUDOS DESDE LA GALICIA PROFUNDA Y SE LES EXTRAÑA UN CHINGOOOOOOO JEJEJEJE SUERTE Y BESOTES.

    MARU Y EDU.

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  2. "Cada vez que veo un adulto en bicicleta, vuelvo a confiar en el futuro de la raza humana"
    H.G.WELLS
    Que bien por su conciencia ecológica que tanto ayuda a preservar este bello planeta que compartimos con otras miles de especies.Puedes pensar que tu auto es un granito de arena, pero la degradación del biosistema es una suma de granitos de arena, por lo que debemos buscar alternativas.
    Animo! Ana y Alberto,buena por esa.
    Con aprecio Marco y Marelsy

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