12 de julio de 2008 desde Popayán, día #121 de viaje...

por fin bandera blanca, se hizo la paz...

ya está firmada la paz, por fin acabó nuestra particular guerra fría, hemos tomado el ejemplo del presidente Álvaro Uribe y Hugo Chávez que también han restablecido sus relaciones en estos días, que fueron rotas de forma irreconciliable muchos meses atrás. A nosotros sólo nos ha costado un par de días desde la publicación del anterior post, por suerte para nosotros, no somos ni Chávez ni Uribe y al final, el entendimiento, la razón y los firmes sentimientos comunes pudieron con el orgullo, la soberbia y sobre todo la incomunicación total que nos abducía mutuamente los días pasados. El motivo de la bronca nos lo reservamos para nuestra intimidad, de cualquier manera es lo de menos, lo importante es que las aguas vuelven de nuevo a su cauce y que nosotros hemos aprendido mucho con este conflicto sobre todo en lo relativo a la verdadera filosofía de esta aventura, nuestra forma de llevarla a cabo y como durante el último mes hemos caído, precisamente, en lo que no queríamos en absoluto, que se convirtiera de alguna manera esta loca idea en una consecución de etapas preestablecidas, que es necesario realizar en tiempo para cumplir el objetivo de llegar a una meta. Nos sentimos muy felices de poder decir que superamos esta fuerte crisis que algún momento estuvo a punto de enviarnos de vuelta a casa en el primer avión que partiera hacia España. En la mayoría de los conflictos entre personas, naciones o comunidades de vecinos, la solución parte del diálogo, la tolerancia y el respeto mutuo, y como en la mayor parte de ocasiones, es a estas premisas básicas, a lo último que se recurre. Supongo que nuestro caso ha debido ser en ocasiones bastante cómico, imaginaros la situación: inicialmente 2 ciclistas por la carretera que se evitan, se ignoran y no se dirigen una sola palabra, ni siquiera una sola mirada, posteriormente estalla el diálogo, y digo estalla porque de alguna manera así ocurrió, diálogo de borregos a grito pelado en medio del páramo, con algún que otro campesino, algún camionero que pasaba por allí, peones camineros varios y gentes diversas que te encuentras en las carreteras, contemplando ensimismados el espectáculo de nuestra crisis de pareja sobre ruedas... como digo debe resultar cómico ver rodar en bicicleta a dos pendejos tirándose los trastos a la cabeza, bramando a los cuatro vientos que no daban un pedalada más hasta que arregláramos el asunto y que en caso contrario lo mejor era agarrar un autobús de vuelta a Bogotá para volver a España en el primer avión que partiera... Ahora lo recordamos con una sonrisa en la boca, es lo bueno de esto y de lo que estamos orgullosos, pero en su momento estuvo a punto de pasar de página en nuestra aventura para siempre... Os agradecemos muchísimo a tod@s los que habéis escrito dando ánimos, tanto en los comentarios, como en la sección "Escríbenos" de este blog, que llegan diréctamente al la dirección de correo del blog. No os podéis ni imaginar lo que ayuda recibir ánimos, comentarios y sobre todo saber que hay gente ahí detrás que lee y disfruta lo que escribimos. Los mensajes que enviáis tanto los amig@s, como los que caéis en nuestro blog buscando otras cosas a través de Google, son nuestra verdadera gasolina y suponen una gran inyección de energía, fuerza y autoestima para seguir con esta quimera, a tod@s millones de gracias de todo corazón... Dejando ya el melodrama a un lado, en estos momentos nos encontramos en la localidad de Popayán (la ciudad blanca) al sur de Cali, una preciosa ciudad con un centro histórico con marcado carácter colonial y muy bien conservado. Popayán ha sido un lugar perfecto para descansar unos días antes de emprender de nuevo la batalla de las pedaladas, esta vez para subir de nuevo a las montañas que nos llevarán a Pasto, y posteriormente a la frontera con Ecuador a más de 3000m de altitud. Mañana si no hay cambio de planes partimos hacia Pasto.

Popayán en la noche

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este post lo hemos publicado con electrones 100% reciclados...

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